Manual de encontrar a sí mismo.
¿CÓMO EMPEZÓ TODO?
De verdad todo empezó en mi habitación una tarde de verano (que cliché). Parecía un día completamente normal, sin ninguna ambición de cambiarse, lo que, debo admitir, me gustaba. Entonces, a mi horror, de repente empezó a formarse una Pregunta en mi mente: ¿Qué es lo que yo quiero en mi vida?
La miraba de todos lados, intentaba empujarla de mí, plantarla una respuesta falsa, ¡pero no! La Pregunta firma y tercamente pedía la respuesta, se entrometía y brillaba en envoltura de chocolate, en borde de espejo, y bien claramente afirmaba que no voy a escapar tan facilmente.
La Pregunta exijía la respuesta. Eso no era discutible.
Y ahora qué, me preguntaba. Por tanto tiempo huía de mí que ya no era tan segura de que sabía la respuesta. Simplemente, yo no era importante para mí. Había muchas más cosas para preocuparse. Por ejemplo, los niños (todos los que los tienen saben cuánto ellos pueden ser inconsciente y dulcemente egoístas). Los niños están totalmente convencidos de que tienen el derecho a controlar nuestras vidas. Esa convicción es tan enraizada que ambos padres e hijos simplemente siguen el modelo profundamente enterrado, que a pocos se les antoja pensar que esto no es tan bueno.
Y luego hay parejas. Hay de todo tipo. Dominantes, manipulativos, los que te chupan la energía, mentirosos, fanfarrones, conservativos, duros, y suaves. No obstante hay más, pero quién les va a listar a todos.
Entonces las preguntas existenciales como: Cómo pagar la renta o qué vamos a poner en la nevera. Sin mencionar el montón de ollas, potes y platos que se multiplican misteriosamente en el fregadero. Siempre me siento frustrada cuando lavo los platos.
Para que queda claro, me gusta comer. Mucho. Solamente odio lavar los platos. Tampoco me gusta ese sentido cuando todo se escapa al control, y de algún modo, la hermosa sopa blanca se convierte en alguna mezcolanza. Y juro que me esfuerzo para que todo sea comestible. Pero en ese proceso algo se va mal. Algunas veces la gente que amo apenas escapan el verdadero peligro de entoxicarse. Mierda. Eso no es mi don de verdad.
Bueno. He descubierto qué es lo que no me gusta. Estupendo. ¿Pero qué es lo que me gusta? Pues este libro es el resultado de la búsqueda del sentido de mi vida. ☺
¿CÓMO EMPEZÓ TODO?
De verdad todo empezó en mi habitación una tarde de verano (que cliché). Parecía un día completamente normal, sin ninguna ambición de cambiarse, lo que, debo admitir, me gustaba. Entonces, a mi horror, de repente empezó a formarse una Pregunta en mi mente: ¿Qué es lo que yo quiero en mi vida?
La miraba de todos lados, intentaba empujarla de mí, plantarla una respuesta falsa, ¡pero no! La Pregunta firma y tercamente pedía la respuesta, se entrometía y brillaba en envoltura de chocolate, en borde de espejo, y bien claramente afirmaba que no voy a escapar tan facilmente.
La Pregunta exijía la respuesta. Eso no era discutible.
Y ahora qué, me preguntaba. Por tanto tiempo huía de mí que ya no era tan segura de que sabía la respuesta. Simplemente, yo no era importante para mí. Había muchas más cosas para preocuparse. Por ejemplo, los niños (todos los que los tienen saben cuánto ellos pueden ser inconsciente y dulcemente egoístas). Los niños están totalmente convencidos de que tienen el derecho a controlar nuestras vidas. Esa convicción es tan enraizada que ambos padres e hijos simplemente siguen el modelo profundamente enterrado, que a pocos se les antoja pensar que esto no es tan bueno.
Y luego hay parejas. Hay de todo tipo. Dominantes, manipulativos, los que te chupan la energía, mentirosos, fanfarrones, conservativos, duros, y suaves. No obstante hay más, pero quién les va a listar a todos.
Entonces las preguntas existenciales como: Cómo pagar la renta o qué vamos a poner en la nevera. Sin mencionar el montón de ollas, potes y platos que se multiplican misteriosamente en el fregadero. Siempre me siento frustrada cuando lavo los platos.
Para que queda claro, me gusta comer. Mucho. Solamente odio lavar los platos. Tampoco me gusta ese sentido cuando todo se escapa al control, y de algún modo, la hermosa sopa blanca se convierte en alguna mezcolanza. Y juro que me esfuerzo para que todo sea comestible. Pero en ese proceso algo se va mal. Algunas veces la gente que amo apenas escapan el verdadero peligro de entoxicarse. Mierda. Eso no es mi don de verdad.
Bueno. He descubierto qué es lo que no me gusta. Estupendo. ¿Pero qué es lo que me gusta? Pues este libro es el resultado de la búsqueda del sentido de mi vida. ☺