Según el relato canónico, la historia del tango es la historia de un viaje ultramarino, siempre marcada por el prestigio de sus éxitos en Europa. Esto explicaría tanto su consagración inicial, hacia 1910, como su vigoroso resurgimiento de los últimos años. Sin embargo, esta historia oculta un universo amplio y heterogéneo de contextos en que se bailó tango en Buenos Aires.
A partir de una etnografía de las clases de tango y las milongas céntricas, este libro analiza los procesos locales que hicieron posible y acompañaron el crecimiento del baile a partir del advenimiento de la democracia. Prestando especial atención a los movimientos del cuerpo así como a los desplazamientos en el espacio, María Julia Carozzi recorre los conflictos y las alianzas en torno a los estilos de baile, la legitimidad para transmitirlos y los espacios donde practicarlos, que se produjeron con la llegada de nuevos bailarines a un circuito de milongas que desde comienzos de la década de 1960 no había renovado su población. Con gran agudeza, la autora explica la reproducción y transformación de la distribución de saberes y protagonismos entre géneros, las tensiones de una práctica que construye su prestigio por oposición al tango “for export” y el ocultamiento de los vínculos sexuales originados en el baile. Carozzi indaga especialmente en la figura de la “bailarina liviana”, como una alegoría de las relaciones que, basadas en el secreto y el desapego afectivo, se desarrollan fuera de la pista.
Fundamental para entender la vitalidad actual del tango, su carga de erotismo y sus códigos de sociabilidad, este libro reconstruye el complejo proceso de elaboración de nuevas pedagogías y la gradual segmentación del circuito en milongas “ortodoxas” y “relajadas”, que multiplicaron las opciones para los más jóvenes. Y sobre todo, revela el modo en que se baila el tango… aquí.