¿Por qué algunas naciones se han desarrollado y otras no? El desarrollo
se dice de dos maneras. Es desarrollo económico en el caso de aquellas
naciones que ofrecen a la mayoría de sus habitantes un alto nivel de
vida. Es desarrollo político, o «democracia», en el caso de aquellas
naciones que aseguran a sus habitantes altos índices de estabilidad
institucional, participación ciudadana y libertad de expresión. La forma
concreta que adoptan las naciones políticamente desarrolladas es un
régimen de partidos en el que dos o más fuerzas se alternan en el poder,
bloquean la reelección ilimitada y, si bien compiten entre ellas por
el favor del electorado, también logran diseñar políticas de Estado de
largo plazo cuya continuidad está asegurada, sea cual fuere el partido
en el poder gobernante.
Por largo tiempo se pensó que el desarrollo económico debía
preceder al desarrollo político, que la prosperidad económica tenía que
anticiparse a la democracia. Al fracaso de este modelo lo sucedió el
éxito que está obteniendo en nuestra región, a partir de los años
ochenta, una fórmula inversa, según la cual el desarrollo político es la
condición necesaria del desarrollo económico. ¿No es esto lo que está
ocurre en países vecinos como Chile, Uruguay y Brasil? ¿No podría
ocurrirnos a los argentinos?
se dice de dos maneras. Es desarrollo económico en el caso de aquellas
naciones que ofrecen a la mayoría de sus habitantes un alto nivel de
vida. Es desarrollo político, o «democracia», en el caso de aquellas
naciones que aseguran a sus habitantes altos índices de estabilidad
institucional, participación ciudadana y libertad de expresión. La forma
concreta que adoptan las naciones políticamente desarrolladas es un
régimen de partidos en el que dos o más fuerzas se alternan en el poder,
bloquean la reelección ilimitada y, si bien compiten entre ellas por
el favor del electorado, también logran diseñar políticas de Estado de
largo plazo cuya continuidad está asegurada, sea cual fuere el partido
en el poder gobernante.
Por largo tiempo se pensó que el desarrollo económico debía
preceder al desarrollo político, que la prosperidad económica tenía que
anticiparse a la democracia. Al fracaso de este modelo lo sucedió el
éxito que está obteniendo en nuestra región, a partir de los años
ochenta, una fórmula inversa, según la cual el desarrollo político es la
condición necesaria del desarrollo económico. ¿No es esto lo que está
ocurre en países vecinos como Chile, Uruguay y Brasil? ¿No podría
ocurrirnos a los argentinos?