Desde el abandono de las labores mineras por los romanos no se encuentran hallazgos significativos de explotaciones por los árabes en las minas ubicadas en el suroeste ibérico.
Es en 1725 cuando se rehabilitan por el sueco Liberto Wolters las minas de Rio Tinto y es a mediados del siglo XIX cuando se produce lo que denominamos la fiebre minera del XIX en la franja piritica del suroeste ibérico.
Al igual que por parte de los romanos y las labores preromanas se buscaron los metales preciosos (especialmente la plata y el oro) y los minerales con altos contenidos en cobre, desde mediados del siglo XIX son los industriales, fabricantes de los abonos artificiales, los que buscan el azufre que contienen las piritas, unido a los altos contenidos en cobre y metales preciosos.
Es en 1725 cuando se rehabilitan por el sueco Liberto Wolters las minas de Rio Tinto y es a mediados del siglo XIX cuando se produce lo que denominamos la fiebre minera del XIX en la franja piritica del suroeste ibérico.
Al igual que por parte de los romanos y las labores preromanas se buscaron los metales preciosos (especialmente la plata y el oro) y los minerales con altos contenidos en cobre, desde mediados del siglo XIX son los industriales, fabricantes de los abonos artificiales, los que buscan el azufre que contienen las piritas, unido a los altos contenidos en cobre y metales preciosos.